Taurodromo

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sábado, 30 de junio de 2012

El Toro, animal gregario









En todos los grupos formados por animales con sangre brava, hay una regla que se sucede desde los principios más remotos, y es la de un líder que derroche fuerza y mando sobre los demás componentes del grupo, es innato y  por tanto, viene gravado en sus genes.
Desde temprana edad, comienzan a tomarle el pulso, a esta si bien con unos cuantos meses de existencia, no es su voluntad ejercer de líder, ya se empieza a tener una idea más o menos certera de las capacidades y cualidades de cada individuo.
Ocurre esto tanto en machos como hembras, siendo en estas últimas su carácter  mucho menos fogoso e imperando la vaca de mayor edad, o en raras ocasiones la de más fuerza.
En la manada de machos, las pautas se marcan de manera bien distinta.  Por coronar la cima y ser el LIDER de la manada, en muchas ocasiones llegan al agotamiento extremo de una batalla de varios días de duración, causándose lesiones irreversibles o incluso la muerte.
Continuamente se retan y en el menor descuido pueden ser destronados, incluso de la manera más traicionera, siendo atacado el actual líder por dos o más miembros del grupo. Aunque para ver estas disputas en su mayor auge, sólo hay que introducir o modificar a alguno o algunos de los miembros de un grupo consolidado para que se sucedan estas disputas.
Por lo general es un animal gregario y necesita de la compañía de demás miembros de su misma especie, y no es raro ver animales del mismo sexo lamiándose o acariciándose el lomo, o la cara , siempre hay alguna excepción que son animales que prefieren vivir distantes y aislados del resto, por motivos diversos.
Se puede decir sin miedo a equivocarnos que este animal tan admirado, mitificado y adorado por culturas desde la antigüedad ha sido siempre símbolo de fertilidad, poder y en definitiva GRANDEZA. 
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