En todos
los grupos formados por animales con sangre brava, hay una regla que se sucede
desde los principios más remotos, y es la de un líder que derroche fuerza y
mando sobre los demás componentes del grupo, es innato y por tanto, viene gravado en sus genes.
Desde
temprana edad, comienzan a tomarle el pulso, a esta si bien con unos cuantos
meses de existencia, no es su voluntad ejercer de líder, ya se empieza a tener
una idea más o menos certera de las capacidades y cualidades de cada individuo.
Ocurre
esto tanto en machos como hembras, siendo en estas últimas su carácter mucho menos fogoso e imperando la vaca de
mayor edad, o en raras ocasiones la de más fuerza.
En la
manada de machos, las pautas se marcan de manera bien distinta. Por coronar la cima y ser el LIDER de la
manada, en muchas ocasiones llegan al agotamiento extremo de una batalla de
varios días de duración, causándose lesiones irreversibles o incluso la muerte.
Continuamente
se retan y en el menor descuido pueden ser destronados, incluso de la manera
más traicionera, siendo atacado el actual líder por dos o más miembros del
grupo. Aunque para ver estas disputas en su mayor auge, sólo hay que introducir
o modificar a alguno o algunos de los miembros de un grupo consolidado para que
se sucedan estas disputas.
Por lo
general es un animal gregario y necesita de la compañía de demás miembros de su
misma especie, y no es raro ver animales del mismo sexo lamiándose o
acariciándose el lomo, o la cara , siempre hay alguna excepción que son
animales que prefieren vivir distantes y aislados del resto, por motivos
diversos.
Se
puede decir sin miedo a equivocarnos que este animal tan admirado, mitificado y
adorado por culturas desde la antigüedad ha sido siempre símbolo de fertilidad,
poder y en definitiva GRANDEZA.
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