Remontándonos a tiempos inmemoriales, buscando los primeros signos de existencia de la que hoy conocemos como raza de Toro Bravo, las primeras luces que relatan la existencia de esta fiera e indómita res, cuyo origen no es con certeza conocido, la arrojan los Celtas.
Infinitos son los iconos repartidos por toda la península Ibérica, como son los Toros de Guisando, en arte pictórico, comentarios de las guerras de las Galias, y una profunda huella por todas y cada una de las culturas que han convivido hasta nuestros días.
Fue Hércules el que arrebató las vacas a los tres hijos de Geryon en los confines de la Iberia, contiguos al Océano.
Fue en las marismas, bastísimos terrenos donde se instalaron en estado totalmente salvaje y han servido para entrenamiento de ejércitos, hasta pasatiempo de la realeza, evolucionando y seleccionando por el hombre, hasta lo que hoy conocemos como Toro Bravo.
Ante mis ojos en plena dehesa una Vaca Brava amamantando a su becerro, que de no ser por la toma de esta fotografía, podría decirse que aún estamos delante de ganado perteneciente al mismísimo Geryon.
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