Curioseando y aprendiendo no demasiado lejos de sus madres, hallé a estos preciosos becerros en la dehesa brava.
Sorprendidos con la parsimonia de un espurgabueyes o aprendiendo a seleccionar las plantas comestibles de las que no lo son, pasan sus primeros días de vida en la inmensidad del cercado.
Continuará con mas fotografías de estos intrépidos y simpáticos exploradores, ávidos de juego, aprendizaje y compañía materna.
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Ainssss que me gusta esta entradaa que bonitos son, sigue asi como vas un beso
ResponderEliminarLa verdad es que es el lado mas tierno del Campo Bravo, gracias por comentar Virginia
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