Con las pezuñas amasando el barro de la dehesa, y la "otoñá" asomando tímidamente, el campo bravo se viste de un verdor radiante, dejando atrás terrenos baldíos y casi desérticos.
Comienza una nueva etapa para la dehesa y para todos sus habitantes.
Cambian paisaje, morfología y aspecto del ganado bravo.
Siempre que queráis claro está, yo os lo iré revelando capítulo a capítulo.
Atrás quedó el seco verano, con cerca de cinco meses sin una sola gota de lluvia. |
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